MI HIJO/A SE PREOCUPA DEMASIADO

MI HIJO/A SE PREOCUPA DEMASIADO 

Esta frase se repite en muchas ocasiones en la consulta psicológica. En el caso de los adultos, algunos tenemos una gran capacidad de adaptación e invertimos poco tiempo en dar vueltas a las cosas. Por el contrario, otros vivimos inmersos en muchas dudas y preocupaciones.

Al hablar de los niños, ocurre lo mismo. Mientras que unos son resolutivos, prácticos y solucionan los problemas con los que se encuentran, otros se encuentran en un bucle de preocupaciones del que les cuesta salir y que, evidentemente, alerta a los padres y madres.

Como dice Lucía Galán en su libro “Lo mejor de nuestras vida”, los pensamientos provocan sentimientos. Es decir, si tenemos pensamientos, bonitos y alegres, nuestros sentimientos irán en esta línea y a la inversa.

Es importante hablar mucho con nuestros hijos para enseñarles que esos pensamientos pueden no ser reales y que, además, no pueden ocupar toda nuestra vida. Deben aprender a disfrutar de momentos buenos y dejar esos pensamientos negativos en una “caja de las preocupaciones”, de la que se encargarán, con ayuda de su familia, en los momentos apropiados para tratarlos. De esta forma, no ocuparán su día en esa espiral de angustia.

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